(Editorial martes 16 de noviembre de 2010)
Hace pocos días se conoció la noticia, en muy pocos medios por supuesto, que el jefe de gobierno de la ciudad, Mauricio Macri habría dispuesto un importante recorte presupuestario en el Hospital Garraham. Lo primero que sentí al enterarme fue tristeza, luego al escuchar al ministro de salud porteño Jorge Lemos argumentar la medida, sumé a mi tristeza, mucha, pero mucha bronca.
Si recortar el presupuesto a un hospital que atiende chicos suena malo, hacerlo en la institución más importante de la Argentina y creo, de Sudamérica, suena mucho peor.
Pero el argumento que esgrimen estos empresarios carroñeros es incalificable. Lemus dijo en la legislatura que durante el año 2009 sólo el 15 % de los pacientes atendidos eran de la Ciudad de Buenos Aires y como si esto fuese poco agregó:
“No es que queremos ahorrar plata; queremos ser más solidarios con otros hospitales que sí son más utilizados por los residentes de la ciudad”.
Esta visión absolutamente comercial, individualista y sectaria de una administración citadina, no tiene que ver con la ideología, tiene que ver con una forma de situarse, con una filosofía de vida. O tal vez la ideología no es más que la forma que queremos vivir, es decir política… puede haber muchas formas de interpretar, lo cierto en que por ideología, por situación, por posición política o por filosofía estoy muy, pero muy lejos de ésa decisión y todas con ése espíritu. Creo en la igualdad de derechos, y nadie por tener lindas piernas, merece pisar un suelo mejor.
Enrique “Kike” Dordal
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