Incluír conceptual y legalmente derechos sociales en Derechos Humanos parece ser la base de este proyecto de distribución de la riqueza comenzado en 2003. Ergo, si respetamos los Derechos Humanos, la riqueza se reparte equitativa.
Es la segunda vez en la vida de quien intenta darle al teclado de esta PC un sentido en letras que, habiendo hecho uso de su derecho cívico al sufragio secreto y obligatorio, siente que finalizado el mandato, no sólo no se equivocó sino que volverá a sufragar en el mismo sentido y color. No es un dato menor, ni mucho menos un sentimiento individual, creo y percibo que millones de argentinos se encuentran en un situación similar. Algunas generaciones en nuestro país hemos llegado tardíamente a ejercer nuestro derecho a elegir gobernantes y en los 27 años que lleva esta democracia, los primeros 20 han sido, fundamentalmente, frustraciones, desencantos, traiciones, entregas, cipayadas, tilingadas y manejos mediáticos que jugaron con las esperanzas, sentimientos y fundamentalmente, jugaron con la vida y los derechos de los argentinos. Cuando ya nada parecía tener solución, cuando la franela de De la Rúa no limpió la impía corrupción reinante sino que sirvió para taparla junto al papel de diarios.
Mientras creíamos que lo más terrible había pasado, mientras buscábamos justicia para comenzar los 30.000 duelos, mientras buscábamos la vida como reivindicación de la lucha, muchos, ya sin atuendos castrenses, siguieron violando derechos humanos, elaborando políticas que llevarían al país, gota a gota, a sufrir nuevos genocidios, ya no asesinados por balas, grilletes, castigos o vuelos de la muerte, sino por falta de trabajo o por trabajo esclavizante, innumerables flexibilizaciones laborales, por hambre, falta de atención sanitaria y muchas otras causas , vinculadas al falso precepto de la “modernización”. Veinte años en los que creímos luchar a favor de los derechos humanos y a nuestra espalda se seguían violando sistemáticamente.
Treinta y cinco años costó comenzar a esclarecer las atrocidades cometidas durante la última dictadura militar, no vamos a esperar otros treinta para entender, castigar y combatir las flagrantes violaciones a los derechos humanos en democracia y no en manos de militares o miembros de fuerzas de seguridad, sino esta vez en manos de empresarios, magnates, terratenientes y algunos inescrupulosos dirigentes políticos y sindicales.
El trabajo esclavo, el trabajo no registrado o parcialmente registrado, la explotación del hombre o la mujer, la trata, los abusos de género, la usurpación de tierras, el trabajo infantil deben terminar para siempre, no durante una gestión de gobierno, se debe legislar y entregarle al pueblo herramientas sólidas para que defienda sus derechos. Como lo hizo el General con aquel imperdonable “Estatuto del peón de campo”.
Los pueblos comprenden y deciden en su favor, cuando la información que reciben es verdadera y defienden sus derechos cuando las herramientas que poeen son eficaces.
Hoy se cumplen tres meses de la partida del gestor de este sentimiento, de la idea superadora de la “distribución de la riqueza a través del respeto amplio de los Derechos Humanos”. Si así lo entiende un pueblo, gran parte del camino está a la vista. Cristina Fernández de Kirchner ganó las elecciones de 2007 por que los que votaron a Néstor lo volvieron a votar. En 2011, los que votaron a Néstor en 2003, más los que votaron a Cristina en 2007 van a volver a votar en 2011, a Néstor y Cristina. Eso es sumar.
Que así sea.
Enrique “Kike” Dordal