Editorial del lunes 13 de diciembre de 2010
Periodistas, dirigentes y funcionarios políticos parecen estar participando de una batalla para ver quién hace el análisis más original o inteligente frente a los sucesos del parque Indoamericano. Otros manipulan la información para desviar le responsabilidad hacia alguno de los sectores en pugna política en la víspera de un año electoral.
Así, se escuchan desde declaraciones netamente discriminatorias por parte del Jefe de Gobierno y algunos de sus funcionarios, no racistas, porque no importa el color de piel o el origen étnico, basta que sea pobre para ser nuevamente marginado y discriminado, no les alcanza con dejarlos fuera del sistema, luego los vuelven a discriminar justamente por estar fuera, por no pertenecer. También escuchamos, después de bastante tiempo, las palabras “infiltrados” o “activistas”, como si estos términos de por sí definieran algo.
Lo cierto es que, en medio de semejante caos dialéctico hay miles de personas de todos los colores y edades que la están pasando muy mal, pero no hace una semana, hace 50 años, sin embargo para algunos, parece que se enteran ahora.
Sería bastante sano políticamente que se pueda leer de estos hechos que la pobreza y la marginación tienen un límite y, superado éste, son bombas que estallan con tal violencia que sus esquirlas les pegan primero a los que más cerca están, a los que nunca se alejaron.
Si queremos realmente llevar a la victoria a este proyecto nacional y popular, hay algunas cosas que no pueden esperar más.
La profundización del reparto de la riqueza es el único elemento que puede apagar el fuego encendido, sin medias tintas, sin contemplaciones. El apoyo popular está.
Es la hora de los pueblos.
Enrique “Kike” Dordal
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