lunes, 7 de marzo de 2011

"EL DOTOR"



"La Jura" 
Estoy absolutamente convencido que si se pudiera hacer una estadística, un censo o un estudio serio sobre la cantidad de personas de buenas intenciones y las ambiciosas o inescrupulosas, los resultados sería inmensamente abrumadores a favor de las personas con buenas intenciones, humildes y generosas. Este convencimiento personal se contradice evidentemente con la historia de nuestro país y del mundo a primera vista. Pero si lo analizamos detenidamente, no resulta tan incoherente. Veamos.

        En la letra que cuenta nuestra historia muchas veces se puede leer que el General Roca era un militar popular, que Bartolomé Mitre era un valiente líder revolucionario, que Domingo Faustino Sarmiento era un intransigente defensor de la educación pública, laica y gratuita. También que el golpe de 1930 tuvo apoyo del pueblo, o que lo del 55 fue una “Revolución Libertadora”.  Continuando con esta lógica, podríamos “inferir” que los seguidores de Roca eran genocidas, que los que comulgaban con Mitre eran vendepatrias, que los que admiran a Sarmiento son profundamente xenófobos y asesinos. Y así podríamos imaginar que nuestro pueblo en el 76 era fascista, en el 83 demócrata cristiano, en los noventa, profundamente neoliberal, egoísta e inescrupuloso, en el 99 imbécil y, por fin en el 2003, nacional y popular. Absurdo desde el principio.

        No existen pueblos genocidas, ni vendepatrias, ni xenófobos, ni asesinos, ni fascistas, ni demócratas, ni neoliberales. Los pueblos en sus mayorías contienen personas de trabajo, con buenas intenciones y con deseos de un mundo mejor para todos. Lo que sucede es que en ocasiones, muchas personas buenas avalan acciones o se comportan con aparente maldad. Son sólo decisiones equivocadas. Porque les falta información, no la comprenden o lo que es peor, la reciben tergiversada.

La revolución verdadera pasa por cambiar la información.

Las personas son, en su mayoría buenas, aunque no lo sepan, son nacionales y populares.

La historia del Dr. Ramón Carrillo es una muestra más de esta realidad.

Alguien oculta a los buenos de verdad.

                                                             Enrique "Kike" Dordal 

Carta desde la pobreza:

No hay comentarios: