El odio, al poder
Néstor Kirchner |
Se acerca la fecha de elecciones y las expresiones políticas se van transparentando, aún en contra de la voluntad de quienes las emiten. Lo que ya parece un clásico, algo esperable, no es más que la naturalización cotidiana de un sentimiento que, lejos de contener intenciones políticas, lleva inmersa la casi pulsión por ganar dinero. Claro, la política es la mejor, sino la única, herramienta para este fin.
En los últimos días, las violentas e irreproducibles declaraciones del candidato a Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Francisco de Narváez, no hacen más que sumarse a la colección que encabezan Elisa Carrió, las tapas del diario Clarín y el ex presidente Eduardo Duhalde, entre otros, no menos violentas, pero si naturalizadas por su cotidianeidad.
En una primera impresión, estas declaraciones, parecen denotar un profundo rechazo y enojo a la gestión de algunos funcionarios en particular o dirigentes originados en movimientos u organizaciones populares. Pero tomando distancia, salta a la vista que son mucho más que esto.
Si bien la artillería siempre tiene un destinatario específico, que puede ser una persona, un área o sector, o bien una medida de gestión, en realidad el verdadero destinatario, siempre es el mismo.
Es cierto y evidente que la motivación de los propietarios de estas expresiones es el odio y la bronca en su máxima pureza, pero de ninguna manera lo que odian es, por ejemplo, a Néstor Kirchner, o a Cristina, o Moyano o D´Elía, o a los sindicatos o a los partidos de izquierda o a los “piqueteros” o “periodistas militantes” o a los “intelectuales oficialistas” ni cualquier otro título que les diera la gana inventar, no, lo que odian es otra cosa y es común a todos ellos.
El odio histórico y ancestral que moviliza a estos sectores es a una importante parte de nuestro pueblo que, cada vez que se les da la oportunidad, elige representantes para que administren el estado en beneficio más equitativo para todos y no permitiendo que sólo una parte de la sociedad se quede con las riquezas que todos producimos y que deben servir para que todos y todas estemos bien. Eso es lo que odian y para defender su acumulación indefinida de dinero, empiezan por matar y no tienen límite.
Ojalá que nunca más nos gobierne ése odio.
Seamos libres, lo demás no importa nada.
Kike Dordal
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