domingo, 3 de julio de 2011

Silencio, señores...

Romper el silencio


            La posición monopólica del principal grupo mediático –ya no tan hegemónico- y el poder que otorga el ejecutivo de la Ciudad de Buenos Aires, parecen ser, combinados, herramientas poderosas a la hora de llevar a cabo la estrategia de la “no campaña”, del silencio pre-electoral como garantía de impunidad de gestión. Seguramente otra idea de Jaime Durán Barba.


            La teoría de aplicar en la campaña electoral de la Ciudad de Buenos Aires el “cono del silencio”, al mejor estilo Maxwell Smart, parece estar rindiendo sus frutos, pero sólo en apariencias. El sobrevaluado éxito se puede estar dando en el terreno en el que siempre jugaron los poderosos, la tele, las encuestas y los círculos de poder. Pero hay un campo de batalla que les es ajeno, que no quieren entrar, que desconocen, precisamente ahí es donde pueden ser derrotados.
Filmus-Macri-Pino


            Silencio mediático, no hay debates, los principales canales del grupo se manejan con testimonios cerrados, no hay preguntas, no hay actores opositores en vivo que los puedan exponer ante el público y lo principal, los temas políticos corridos de la pantalla en los horarios centrales, Susana Gimenez, la vuelta de Sábado Bus, las tiras de ficción terminan por cerrar un clima de de esterilidad política que les viene como anillo al dedo. Pero hay algo que el invencible Durán Barba y sus empleadores no tiene en cuenta, ni lo pueden tener porque lo desconocen en absoluto: “El campo popular”, ahí está la batalla y no en la tele.


            Para que el “campo popular” no sea una muletilla de campaña o un simple adjetivo con el que se puede ingresar fácilmente a algunos sectores sociales, es absolutamente necesario ponerlo en marcha. Resignificarlo y hacerlo tangible, visible y por sobre todas las cosas, llevarlo a su más alta expresión en los últimos metros de la carrera electoral. No ponderar esta herramienta es legitimar la teoría vanguardista que sostiene que sólo algunos “elegidos” salvarán a los pueblos, cuando en realidad son los pueblos los que construyen sus propios destinos, eso legitima y hace sólidos a los movimientos populares.


            Para enfrentar al gran poder mediático y su coyuntural matrimonio con el ejecutivo de la Ciudad capital de nuestro país es menester, en los cuatro últimos días de campaña activar los espacios del “campo popular” que las oscuras y largas noches del siglo XX, alternadas entre dictaduras y gobiernos cipayos, nos arrancaron y reemplazaron con tecnología inútil de venta telefónica.


            El palier del edificio, el portero, la esquina, el almacén, el súper, la panadería, el kiosco de diarios, el club del barrio, el bar de la esquina, la plaza, la mesa del domingo, son sólo algunos ejemplos de los lugares que muy sabiamente, nos han arrebatado la discusión política. Incomodemos a nuestros vecinos, preguntemos, Doña Juana, buen día,  ¿ a quién va a votar?, ah si y ¿Por qué? , al carnicero, al tachero que escucha radio 10. No nos callemos más, menos ahora, que es el único recurso que nos queda. Pongámonos todos en el compromiso de tener que argumentar nuestras acciones y exijamos al otro los argumentos necesarios. El silencio los favorece. Ése es el “campo popular” y no tiene otros representantes que nosotros mismos. Defendamos lo nuestro. El “cono del silencio” nunca funcionó.


Ni olvido, ni perdón, ¡¡¡ información !!!.



Kike Dordal

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