jueves, 13 de enero de 2011

OTRA COMUNICACIÓN

       Los periodistas de nuestros principales medios de comunicación, y cuando digo principales hablo de los más poderosos y dueños del “mercado” de la información o de los medios del estado, han perdido casi por completo y haciendo algunas salvedades, el poder de análisis que la profesión nos exige, y han reemplazado esa capacidad, e invierten toda su energía en interpretar los hechos para perjudicar o entorpecer la actual gestión de gobierno, en un caso, y en otro para demostrar esa acción o bien que el medio, lisa y llanamente, miente.
       Esta situación, en el campo de la comunicación, resulta altamente perniciosa para la población y decididamente discriminatoria. Deja a una gran parte de la población fuera de un posible análisis político no contaminado por el ataque de los grandes grupos concentrados o la defensa, legítima, de los medios oficiales.
       Esta polarización comunicacional era inevitable luego de sancionada la nueva ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Y hoy puede resultar útil en el camino de la construcción de poder que permita desenmascarar la gran mentira mediática que domina la argentina en los últimos 34 años, por lo menos.
       Pero imaginemos, aunque nos cueste, que vuelva a haber en el país un gobierno que comulgue con los intereses dominantes de los grandes grupos económicos, como sucede en la actualidad en la Ciudad de Buenos Aires, la invisibilidad de los hechos sería absoluta.
       Teniendo en cuenta este planteo, resultaría bastante sano que, por un lado, las autoridades nacionales facilitaran el desarrollo de medios de comunicación populares que defiendan los mismos intereses que el presente proyecto, que los medios de comunicación oficiales y sus profesionales pusieran atención en estos medios populares  por que tal vez, e insisto, ojalá que nó, sean en algún momento única fuente de trabajo, y por último, los ciudadanos, el pueblo mismo debería acercarse a este tipo de medios, estimular su consumo e incluso acercarse a producirlos.
       Solamente tratamos de hacer coherente con los hechos aquella frase que repetimos “otra comunicación es posible…”
Kike Dordal

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